viernes, 31 de julio de 2020

Palabras para el brindis del tercer cumpleaños de mi hija



Buenas noches a todos.

Esto ya casi es una tradición, las palabras en el momento del brindis. Ya es el tercer año que hago esto, un ejercicio agradable y que me viene muy bien.

Es un ejercicio de la memoria, para recapitular el año que transcurrió; y un ejercicio de criterio, para ver qué vale la pena compartir con ustedes. Porque podría contar anécdotas y “llenar el espacio” con las pequeñas cosas que tiene el día a día con una nenita de esta edad. O podría descolgarme y aprovechar que tengo su atención para hacer una defensa de Maradona o de Bilardo, temas que sin duda preocupan a más de uno. Por supuesto, no voy a hacer nada de eso.

Voy a hablarles de lo que sé, lo que vivo como padre, lo que pienso y lo que provoca tener una nena de esta edad.

Este año se repite otra tradición, y es que lo disfrutamos más que el anterior. Helena creció mucho más, se mueve con independencia y autonomía, habla y se comunica y ya demuestra todo el tiempo que es una pequeña personita. Reclama atención, hace cosas por sí misma, habla de la gente, pide hablar por teléfono, canta aunque no haya música... También protesta, se encapricha, pide chocolates, comidas y postres. Pero cada tanto nos viene a abrazar y a decirnos que nos quiere mucho, o a pedir un abrazo familiar.

Todas estas cosas van reflejando el paso del tiempo, un tiempo que se nos va cada vez más rápido y que nos transforma cada vez más rápido. Para escribir esto releí las cosas que escribí cuando ella nació, y las de los años pasados, sorprendiéndome por lo lejano que parece eso. Nuestra vida se acelera cada vez más, y la de ella recién está empezando. Ella reclama cada vez más de nuestro tiempo y nosotros, parece que tenemos cada vez menos para darle. Esto nos pasa a nosotros como padres, pero también les pasa a todos ustedes. La mayoría de ustedes vio muy poco a Helena este año: en alguna reunión familiar, en algún cumpleaños... Y es que nos cuesta mucho juntarnos, coordinar un tiempo para pasar juntos. Nadie tiene tiempo para nada.

Y sin embargo, a veces puedo quedarme cinco minutos mirando cómo juega con los muñecos, o viendo cómo arma un rompecabezas con Alejandra, o nos quedamos con los abuelos viendo cómo juega con la prima... Esos momentos los disfruto mucho más que los que dedico a hacer las cosas “importantes”, necesarias o urgentes. Siempre me pregunto por qué esos momentos no son más y no tengo una buena respuesta. Creo que al menos en mi caso, hay mucho de inercia.

Así que los invito a responder con acciones, a romper la inercia, a pasar más tiempo de calidad con nuestros hijos y la gente que queremos.

Una vez más, cierro este brindis invitándolos a vivir bien. Brindemos por la vida, ¡Por la buena vida que vamos a compartir con nuestros hijos!

No hay comentarios.: