viernes, 31 de julio de 2020

Palabras para el brindis del quinto cumpleaños de mi hija

Buenas tardes a todos.

Estoy cumpliendo con una tradición que inauguré, y sigo desde el primer cumpleaños de Helenita. Cada año, en el momento de la torta dije unas palabras antes del brindis. Es el quinto año en que lo hago, el quinto discurso.

Y ya van cinco años desde que empecé a trabajar de padre y que los tres formamos una familia. Ya se puede hacer un pequeño balance, porque aunque la vida de Helenita es corta todavía, ya pasamos unas cuantas cosas.

Por si tienen alguna duda, no pienso generar suspenso: el balance da positivo.

Aunque no podamos cuantificar esas cosas, todas las experiencias vividas en esta etapa fueron enormemente positivas. Inclusive las cosas que no parecen positivas, como llevarla a la guardia con otitis y volver a las dos de la mañana, sé que se transforman después en momentos compartidos y recuerdos invalorables.

También por ella, entramos en contacto con mucha gente nueva: las madres de los compañeritos del Jardín del Bosque, con quienes Helenita (y Alejandra también) mantiene el contacto en algunas actividades y salidas que siempre disfrutan; y ahora, la gente del Instituto Educativo Modelo, el colegio de Helena y una comunidad con la que nos sentimos bien, cómodos y que forma un buen ambiente para el desarrollo de nuestros chicos.

Estrechamos vínculos con los padrinos de Helena, a quienes vemos mucho más seguido que antes, y pasa lo mismo con los abuelos y otros parientes.

Con ella, muchas cosas se ven distintas. Los lugares habituales, vistos con sus ojos y sus preguntas, se vuelven nuevos. Un viaje en colectivo o una visita al zoológico pueden pasar a ser una aventura.

Por supuesto, tampoco es todo color de rosa: también tenemos las peleas cada noche, a la hora de acostarse, cuando en vez de tranquilizarse se pone cada vez más excitada y da vueltas para no irse a dormir. O los disgustos cuando es necesario ponerle un límite, cuando no quiere compartir las cosas, cuando no quiere hacer caso. Ahí tenemos las discusiones, los gritos, los caprichos y los castigos.

Pero como en general es obediente y muy mimosa, enseguida se le pasa y quiere abrazos, pide perdón o dice que nos quiere mucho. Y, como dice siempre mi suegro, ¿cuánto vale eso?

Así cerramos este balance, con tantas cosas imposibles de contabilizar. En este tiempo de materialismo, de apariencias y de consumo, nosotros presentamos un balance lleno de alegría, emociones y experiencias. Y empezamos un nuevo ejercicio, un nuevo plan quinquenal, otro lustro que empieza. Y sin duda será otra aventura maravillosa.

Cierro este brindis invitándolos a participar de esta aventura, a hacer su propio viaje, con nosotros y con sus hijos. Como decíamos cuando éramos (más) chicos: Elige tu propia aventura. Brindemos por la vida, ¡Por una vida llena de aventuras y experiencias para compartir con nuestros hijos!




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