domingo, 21 de agosto de 2022

Palabras para el brindis del décimoquinto cumpleaños de mi hija


Buenas noches a todos.

Hoy festejamos el cumpleaños número quince de Helena, y para celebrarlo de nuevo en presencialidad, es su cumpleaños con más concurrencia. Es el primer año en que hay más chicos invitados por ella que adultos invitados por nosotros. Igual insisto en esta tradición de decir unas palabras en el momento del brindis y la torta: después de dos años sin tener el público en vivo, no iba a privarme de eso…


Como dije a los cinco y a los diez, cerramos otro quinquenio. Pero el cumpleaños de 15, para las chicas, es especial en nuestra cultura. Y fue especial para Helena: a pesar de mi insistencia en que no hiciéramos fiesta y nos fuéramos de viaje, ella tenía claro que quería su fiesta, su entrada y vestido de princesa.

Este festejo nos marcó casi todo el año, desde que empezamos a buscar el salón hasta hoy, pasando por la organización, trajes y vestidos, shows, baile y coreografías, cotillón e infinidad de detalles. Quedó poco espacio para otras cosas, no nos fuimos de vacaciones en invierno y las actividades extra de Helena, como el inglés, el taller de telas y el atletismo también se vieron perjudicadas, sobre todo el último mes.

Y es que, además de todo lo relacionado al festejo, nuestra hijita tiene que atravesar muchos cambios ahora. Como bien dijo su padrino, empieza la transición de la niña que fue (y que siempre seguirá siendo, para mí) a la mujer que será. Eso implica tomar un montón de responsabilidades y decisiones, y también empezar a hacerse cargo de las consecuencias de esas decisiones. Como recordé cuando fue su primer cumpleaños, encender una luz es proyectar una sombra y ahora Helena tiene su propia luz.

Efectivamente, para nosotros como padres, ella es cada vez más la que aporta luz en nuestras vidas. La situación del mundo es mala, la del país, mucho peor; nuestros trabajos son burbujas que por el momento se mantienen (y nos mantienen) y en las que nos distraemos en una rutina diaria, pero también en eso nos absorben una cantidad exagerada de tiempo. Aunque tengo algunas actividades artísticas todavía, este año fue bastante decepcionante en ese sentido: la disolución del coro donde estuvimos por diez años nos dejó con un espacio vacante.

Por eso, como decía, la luz nos viene sobre todo de las vivencias compartidas con Helena, pero también ella tiene cada vez menos tiempo. Ahora está en un colegio exigente, y nosotros somos insistentes en que se dedique a cumplir con eso, algo que por otra parte ella ya internalizó e hizo propio. Asiste a sus otras actividades, y disfruta con sus grupos de amigos, todos representados acá. Ya no es tan fácil que podamos jugar juegos de mesa, apenas si vemos series juntos un rato, mientras comemos y después de que nos cuenta qué le pasó en el colegio…

Y hablando de luz y claridad, está claro que estamos orgullosos de todo lo que hace, aplaudimos sus logros y sus avances, sus esfuerzos y su crecimiento… pero sobre todo celebramos sus sentimientos, las razones por las que hace las cosas y las intenciones que pone en cada gesto, cada palabra, cada amistad nueva.

Es hermoso ver cómo quince años de esfuerzos por criarla la encaminan para ser una buena persona y, aunque siga teniendo sus caprichos, sus arranques y sus encontronazos con nosotros, el amor de nuestra familia continúa marcándonos el rumbo.


Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la evolución, la crianza y el amor. ¡Brindemos por la vida, por una vida llena de amor para nosotros y nuestros hijos!