lunes, 21 de agosto de 2023

Palabras para el brindis del décimoquinto cumpleaños de mi hija

Buenas noches a todos.

Hoy celebramos el cumpleaños número dieciséis de Helena, en un fuerte contraste con el anterior. El de los quince fue en salón, con 150 personas, incluyendo amigos y compañeros de sus dos colegios. Este año volvimos a separar el festejo familiar del que hizo con sus amigas. Creo que es el primer año que lo hacemos en casa de sus abuelos y aunque Alejandra quiso llegar a los cien invitados de nuevo, no lo logró.

Tengo que admitir que hice el discurso a último momento, y empecé con pocas ganas. Yo ya quería dejar la tradición cerrada en el quince, era un buen número y un buen cierre. Pero me llegaron los pedidos de la audiencia fiel que cada año espera estas palabras, y cedí a la tradición. Como cada año, leí primero los anteriores, aunque esta vez me limité a los últimos, de los 10 años hasta ahora. Y a medida que iba leyendo, como siempre me pasa, me fui entusiasmando de nuevo con este espacio de encuentro, donde comparto con ustedes algunas vivencias y algunas emociones.

Este año, como cuando cumplió diez, estuvo marcado por el viaje que hicimos a Europa por las vacaciones de invierno, para festejar el cumpleaños de Helena en un lugar lejano una vez más, pero cerca de otra rama de la familia. El evento empezó en Berlín, en el departamento donde están viviendo mis cuñados Javier y Natalia con sus hijos y donde nos alojamos unos días. Ahí pudimos escuchar a las 6 de la mañana cómo Naty se levantaba para preparar la torta (sí, tengo el sueño liviano) y poner decoraciones para que Helena tuviera un desayuno de cumpleaños espectacular, con pancakes, huevos revueltos que yo preparé, alfajorcitos de maicena, croissants, waffles y fruta… Además del cariño de tíos y primos. Después, ella eligió la actividad del día y fue Legoland, a donde fuimos llevando a Antonella. A la noche completamos el festejo con pastas en un restaurante italiano.

Antes de Berlín, estuvimos en Atenas, también con Javier, Naty y los chicos, aunque comprobamos que nadie tenía el mismo entusiasmo que yo por ver ruinas de miles de años con un sol impresionante y 40 grados de temperatura… Nos acompañaron también a Poros, una isla cercana donde estuvimos disfrutando de la playa. De ahí fuimos a Praga solos, y en tren a Berlín, para terminar en Londres.

Tenía mis preocupaciones respecto del viaje, porque discutir con Alejandra es el hobby al que Helena le dedica más tiempo últimamente. Es casi obligatorio por la edad, pero no deja de ser molesto para los espectadores, y yo tengo casi siempre primera fila. Además, en Grecia y Praga estábamos los tres en el mismo cuarto, y en todos lados tuvimos un solo baño para los tres, que también es un problema con una hija adolescente. Pero contra lo que había anticipado, Helena fue una buena compañera de viaje, con gran actitud, soportando bien el exigente itinerario que yo preparé, colaborando bastante y protestando poco… Una vez más, la vimos desenvolverse bien en el extranjero donde ahora, por la edad, pudo hacer más cosa sola. Se maneja con el inglés y sigue llevándose bien con la gente y las situaciones nuevas.

Aparte del viaje, durante el año le está yendo bien en el colegio, vemos que lo encara con bastante responsabilidad y le dedica tiempo. Dejó atletismo este mes, pero sigue con acrobacia en telas y con el taller de teatro, que se puso más exigente este año.

No tengo mucho más para decir, o mejor dicho, sí tengo pero no es tan importante. Como mencioné en años anteriores, cada vez más los sucesos importantes en nuestras vidas los aporta Helena, al igual que la luz y la alegría. Ahora que mi trabajo y la vida del país se ponen cada vez más oscuros, cada vez me enfoco más en mi familia y sobre todo, en mi hija.

Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la luz, la buena crianza y el amor familiar. ¡Brindemos por la vida, por una vida llena de amor para nosotros y nuestros hijos!