domingo, 17 de agosto de 2025

Palabras para el brindis del décimooctavo cumpleaños de mi hija

 Buenas tardes a todos.

Hoy celebramos el cumpleaños número dieciocho de Helena, y parece que este discurso será leído dos ocasiones: una en nuestra casa, el mismo día del cumpleaños, para un pequeño almuerzo con abuelos y padrinos; y otra para el festejo familiar.

Una vez más, empecé la escritura del discurso con pocas ganas. Este amenaza con ser el último ya que, al cumplir 18, Helena pasa a ser mayor de edad. Ya es oficialmente una adulta responsable, algo que nos cuesta muchísimo aceptar e incorporar. Es una batalla perdida, supongo que en mi mente la seguiré viendo siempre como la princesita Sofía, por más que ella grite en mis oídos que es grande. De todos modos, ser adulto no viene de un DNI o de una fecha; es algo que hay que ganarse y demostrar.


Preparándose para la demostración, este año Helena nos trajo varios cambios.

A fines del año pasado, tenía dos y hasta tres pretendientes; a principios de éste se quedó con uno solo y hace unos meses lo presentó oficialmente como novio.

Hizo unas cuantas clases de manejo, incluso fuimos un par de veces a practicar con nuestro auto a la pista de General Roca. Está casi a punto de poder sacar la licencia de conducir, aunque todavía falta un poco.

Empezó su camino de orientación vocacional, para elegir qué estudiar a partir del año que viene. Insiste en que sea algo totalmente distinto de la profesión científica de padres y padrinos, a pesar de su facilidad en esas áreas. Todavía no terminó ese proceso, pero hizo unas cuantas actividades para ello, dentro y fuera del colegio.

Sigue con Teatro, pero dejó la academia de los dos años anteriores para ingresar en una semi-profesional y famosa, Timbre 4. Está muy contenta con el grupo, el lugar y las nuevas actividades y docentes.

Y, por supuesto, la primera mitad del año estuvo signada por la preparación del viaje de egresados con toda su promoción, del que acaba de volver. Por suerte, todo se desarrolló con normalidad y

llegó muy contenta, aunque agotada y con ganas de comer y dormir bien. Fue toda una experiencia para ella, con boliche todas las noches (lo que más la entusiasmó) y excursiones todos los días. Tuvo la convivencia continua con sus compañeras de habitación y contacto diario con los chicos del último año de las tres carreras de su colegio: Comunicación, Técnica, e Informática.

También fue una experiencia nueva para nosotros, tenerla tanto tiempo tan lejos y con poca comunicación. Por suerte, uno de los padres acompañantes se hizo cargo de la tarea de mantener a los que quedaron acá bien informados, con 50 o más fotos y videos por día de fiestas y actividades.


Y así, en medio de tanto cambio, tratamos de acompañarla de manera constante. Siempre orgullosos de sus logros y de la persona en que va madurando. Siempre preocupados de lo que pueda amenazar su felicidad. Siempre listos para ayudarla, incluso en cosas que no estemos de acuerdo. Siempre somos y seremos sus padres, por mucho que crezca.


Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la entrada oficial de nuestra hija en la mayoría de edad. ¡Brindemos por la vida, por una vida llena de amor y experiencias de crecimiento para nosotros y nuestros hijos!

Palabras para el brindis del décimoséptimo cumpleaños de mi hija

 Buenas noches a todos.

Hoy celebramos el cumpleaños número diecisiete de Helena, nuevamente en casa de los abuelos y, esta vez, combinada con la celebración de los 80 años de la abuela Isabel.

De nuevo empecé el discurso con pocas ganas, parece que eso se vuelve parte de la tradición (emoji de sonrisa, de los que la de 17 dice que son de viejo). Como cada año, leí primero los anteriores. Y ya me tomó un buen rato, porque esta vez repasé todos. Después, como cada vez, me senté y dejé que la influencia de mis propios discursos se exprese… o sea, voy a retomar ideas clave de los anteriores, y aprovechar a ver cómo evolucionaron.


Desde el primer cumpleaños marqué la importancia de dar un buen ejemplo para nuestros hijos, y hacerlo en acciones más que en palabras. Aunque está en la edad en que parece ignorar, desconocer y rechazar todo lo que hacen sus padres (o los adultos en general), sigo creyendo en la importancia de esto.

En los siguientes, comenté que cada vez estamos más captados por el trabajo y otras obligaciones, y tenemos cada vez menos tiempo para disfrutar con ella. Esto no ha hecho más que empeorar cada año, sumando las actividades de Helena a las nuestras.

Más adelante, conté como su experiencia de niña (y ahora adolescente) nos trae una mirada nueva sobre todo lo que conocemos y creemos saber. Es otra cosa que se profundizó con la edad y el nuevo nivel discursivo que le aporta el colegio.

Hablando del colegio, otro tópico frecuente fue nuestro orgullo como padres de su desempeño escolar, su responsabilidad y dedicación, además de sus otras actividades. Esto no ha cambiado, ni nuestro orgullo ni su buen desempeño, aunque ahora ella maneja completamente sus estudios y tareas. Queda para el próxima año decidir qué seguirá estudiando.
También estamos muy orgullosos de cómo se desenvuelve socialmente, en familia, con amigos, en distintos grupo y actividades.

En el cumpleaños número diez hice una analogía muy poderosa: ser padres es como participar en un juego maravilloso, aunque nadie nos explica las reglas, no sabemos cuándo nos toca ni cuál es el puntaje… Ahora actualizo la metáfora y creo que es más como un videojuego, con la última ficha y sin vidas extra, sin saber para qué sirven los botones… Supongo que conocen la sensación.

En varias ocasiones mencioné también que, cada vez más, la luz en nuestras vidas viene de Helena. Las cosas que ella hace y mencioné antes, lo que ella es y nos hace orgullosos padres, eso es lo que nos aporta luz. Sobre todo, que vemos que se afianza como una buena persona, con buenos sentimientos, el corazón y la cabeza bien puestos. Y en esto, ustedes tienen también su participación. Compartimos todos, en mayor o menos grado, una parte de la crianza y las influencias que tuvo esta niña y que formaron a la adolescente que es y la mujer que pronto será.


Viendo hacia atrás y hacia adelante, como en cada uno de estos discursos, siento orgullo, alegría y la sensación de maravilla que siempre me acompañó, desde el momento del nacimiento. Todo ha sido una experiencia maravillosa, y no dudo que lo seguirá siendo.


Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la luz, la buena crianza y la maravilla. ¡Brindemos por la vida, por una vida llena de amor y maravillas para nosotros y nuestros hijos!

Palabras para el brindis del décimosexto cumpleaños de mi hija

 

Buenas noches a todos.

Hoy celebramos el cumpleaños número dieciséis de Helena, en un fuerte contraste con el anterior. El de los quince fue en salón, con 150 personas, incluyendo amigos y compañeros de sus dos colegios. Este año volvimos a separar el festejo familiar del que hizo con sus amigas. Creo que es el primer año que lo hacemos en casa de sus abuelos y aunque Alejandra quiso llegar a los cien invitados de nuevo, no lo logró.

Tengo que admitir que hice el discurso a último momento, y empecé con pocas ganas. Yo ya quería dejar la tradición cerrada en el quince, era un buen número y un buen cierre. Pero me llegaron los pedidos de la audiencia fiel que cada año espera estas palabras, y cedí a la tradición. Como cada año, leí primero los anteriores, aunque esta vez me limité a los últimos, de los 10 años hasta ahora. Y a medida que iba leyendo, como siempre me pasa, me fui entusiasmando de nuevo con este espacio de encuentro, donde comparto con ustedes algunas vivencias y algunas emociones.

Este año, como cuando cumplió diez, estuvo marcado por el viaje que hicimos a Europa por las vacaciones de invierno, para festejar el cumpleaños de Helena en un lugar lejano una vez más, pero cerca de otra rama de la familia. El evento empezó en Berlín, en el departamento donde están viviendo mis cuñados Javier y Natalia con sus hijos y donde nos alojamos unos días. Ahí pudimos escuchar a las 6 de la mañana cómo Naty se levantaba para preparar la torta (sí, tengo el sueño liviano) y poner decoraciones para que Helena tuviera un desayuno de cumpleaños espectacular, con pancakes, huevos revueltos que yo preparé, alfajorcitos de maicena, croissants, waffles y fruta… Además del cariño de tíos y primos. Después, ella eligió la actividad del día y fue Legoland, a donde fuimos llevando a Antonella. A la noche completamos el festejo con pastas en un restaurante italiano.

Antes de Berlín, estuvimos en Atenas, también con Javier, Naty y los chicos, aunque comprobamos que nadie tenía el mismo entusiasmo que yo por ver ruinas de miles de años con un sol impresionante y 40 grados de temperatura… Nos acompañaron también a Poros, una isla cercana donde estuvimos disfrutando de la playa. De ahí fuimos a Praga solos, y en tren a Berlín, para terminar en Londres.

Tenía mis preocupaciones respecto del viaje, porque discutir con Alejandra es el hobby al que Helena le dedica más tiempo últimamente. Es casi obligatorio por la edad, pero no deja de ser molesto para los espectadores, y yo tengo casi siempre primera fila. Además, en Grecia y Praga estábamos los tres en el mismo cuarto, y en todos lados tuvimos un solo baño para los tres, que también es un problema con una hija adolescente. Pero contra lo que había anticipado, Helena fue una buena compañera de viaje, con gran actitud, soportando bien el exigente itinerario que yo preparé, colaborando bastante y protestando poco… Una vez más, la vimos desenvolverse bien en el extranjero donde ahora, por la edad, pudo hacer más cosa sola. Se maneja con el inglés y sigue llevándose bien con la gente y las situaciones nuevas.

Aparte del viaje, durante el año le está yendo bien en el colegio, vemos que lo encara con bastante responsabilidad y le dedica tiempo. Dejó atletismo este mes, pero sigue con acrobacia en telas y con el taller de teatro, que se puso más exigente este año.

No tengo mucho más para decir, o mejor dicho, sí tengo pero no es tan importante. Como mencioné en años anteriores, cada vez más los sucesos importantes en nuestras vidas los aporta Helena, al igual que la luz y la alegría. Ahora que mi trabajo y la vida del país se ponen cada vez más oscuros, cada vez me enfoco más en mi familia y sobre todo, en mi hija.

Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la luz, la buena crianza y el amor familiar. ¡Brindemos por la vida, por una vida llena de amor para nosotros y nuestros hijos!

lunes, 21 de agosto de 2023

Palabras para el brindis del décimoquinto cumpleaños de mi hija

Buenas noches a todos.

Hoy celebramos el cumpleaños número dieciséis de Helena, en un fuerte contraste con el anterior. El de los quince fue en salón, con 150 personas, incluyendo amigos y compañeros de sus dos colegios. Este año volvimos a separar el festejo familiar del que hizo con sus amigas. Creo que es el primer año que lo hacemos en casa de sus abuelos y aunque Alejandra quiso llegar a los cien invitados de nuevo, no lo logró.

Tengo que admitir que hice el discurso a último momento, y empecé con pocas ganas. Yo ya quería dejar la tradición cerrada en el quince, era un buen número y un buen cierre. Pero me llegaron los pedidos de la audiencia fiel que cada año espera estas palabras, y cedí a la tradición. Como cada año, leí primero los anteriores, aunque esta vez me limité a los últimos, de los 10 años hasta ahora. Y a medida que iba leyendo, como siempre me pasa, me fui entusiasmando de nuevo con este espacio de encuentro, donde comparto con ustedes algunas vivencias y algunas emociones.

Este año, como cuando cumplió diez, estuvo marcado por el viaje que hicimos a Europa por las vacaciones de invierno, para festejar el cumpleaños de Helena en un lugar lejano una vez más, pero cerca de otra rama de la familia. El evento empezó en Berlín, en el departamento donde están viviendo mis cuñados Javier y Natalia con sus hijos y donde nos alojamos unos días. Ahí pudimos escuchar a las 6 de la mañana cómo Naty se levantaba para preparar la torta (sí, tengo el sueño liviano) y poner decoraciones para que Helena tuviera un desayuno de cumpleaños espectacular, con pancakes, huevos revueltos que yo preparé, alfajorcitos de maicena, croissants, waffles y fruta… Además del cariño de tíos y primos. Después, ella eligió la actividad del día y fue Legoland, a donde fuimos llevando a Antonella. A la noche completamos el festejo con pastas en un restaurante italiano.

Antes de Berlín, estuvimos en Atenas, también con Javier, Naty y los chicos, aunque comprobamos que nadie tenía el mismo entusiasmo que yo por ver ruinas de miles de años con un sol impresionante y 40 grados de temperatura… Nos acompañaron también a Poros, una isla cercana donde estuvimos disfrutando de la playa. De ahí fuimos a Praga solos, y en tren a Berlín, para terminar en Londres.

Tenía mis preocupaciones respecto del viaje, porque discutir con Alejandra es el hobby al que Helena le dedica más tiempo últimamente. Es casi obligatorio por la edad, pero no deja de ser molesto para los espectadores, y yo tengo casi siempre primera fila. Además, en Grecia y Praga estábamos los tres en el mismo cuarto, y en todos lados tuvimos un solo baño para los tres, que también es un problema con una hija adolescente. Pero contra lo que había anticipado, Helena fue una buena compañera de viaje, con gran actitud, soportando bien el exigente itinerario que yo preparé, colaborando bastante y protestando poco… Una vez más, la vimos desenvolverse bien en el extranjero donde ahora, por la edad, pudo hacer más cosa sola. Se maneja con el inglés y sigue llevándose bien con la gente y las situaciones nuevas.

Aparte del viaje, durante el año le está yendo bien en el colegio, vemos que lo encara con bastante responsabilidad y le dedica tiempo. Dejó atletismo este mes, pero sigue con acrobacia en telas y con el taller de teatro, que se puso más exigente este año.

No tengo mucho más para decir, o mejor dicho, sí tengo pero no es tan importante. Como mencioné en años anteriores, cada vez más los sucesos importantes en nuestras vidas los aporta Helena, al igual que la luz y la alegría. Ahora que mi trabajo y la vida del país se ponen cada vez más oscuros, cada vez me enfoco más en mi familia y sobre todo, en mi hija.

Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la luz, la buena crianza y el amor familiar. ¡Brindemos por la vida, por una vida llena de amor para nosotros y nuestros hijos!

 

domingo, 21 de agosto de 2022

Palabras para el brindis del décimoquinto cumpleaños de mi hija


Buenas noches a todos.

Hoy festejamos el cumpleaños número quince de Helena, y para celebrarlo de nuevo en presencialidad, es su cumpleaños con más concurrencia. Es el primer año en que hay más chicos invitados por ella que adultos invitados por nosotros. Igual insisto en esta tradición de decir unas palabras en el momento del brindis y la torta: después de dos años sin tener el público en vivo, no iba a privarme de eso…


Como dije a los cinco y a los diez, cerramos otro quinquenio. Pero el cumpleaños de 15, para las chicas, es especial en nuestra cultura. Y fue especial para Helena: a pesar de mi insistencia en que no hiciéramos fiesta y nos fuéramos de viaje, ella tenía claro que quería su fiesta, su entrada y vestido de princesa.

Este festejo nos marcó casi todo el año, desde que empezamos a buscar el salón hasta hoy, pasando por la organización, trajes y vestidos, shows, baile y coreografías, cotillón e infinidad de detalles. Quedó poco espacio para otras cosas, no nos fuimos de vacaciones en invierno y las actividades extra de Helena, como el inglés, el taller de telas y el atletismo también se vieron perjudicadas, sobre todo el último mes.

Y es que, además de todo lo relacionado al festejo, nuestra hijita tiene que atravesar muchos cambios ahora. Como bien dijo su padrino, empieza la transición de la niña que fue (y que siempre seguirá siendo, para mí) a la mujer que será. Eso implica tomar un montón de responsabilidades y decisiones, y también empezar a hacerse cargo de las consecuencias de esas decisiones. Como recordé cuando fue su primer cumpleaños, encender una luz es proyectar una sombra y ahora Helena tiene su propia luz.

Efectivamente, para nosotros como padres, ella es cada vez más la que aporta luz en nuestras vidas. La situación del mundo es mala, la del país, mucho peor; nuestros trabajos son burbujas que por el momento se mantienen (y nos mantienen) y en las que nos distraemos en una rutina diaria, pero también en eso nos absorben una cantidad exagerada de tiempo. Aunque tengo algunas actividades artísticas todavía, este año fue bastante decepcionante en ese sentido: la disolución del coro donde estuvimos por diez años nos dejó con un espacio vacante.

Por eso, como decía, la luz nos viene sobre todo de las vivencias compartidas con Helena, pero también ella tiene cada vez menos tiempo. Ahora está en un colegio exigente, y nosotros somos insistentes en que se dedique a cumplir con eso, algo que por otra parte ella ya internalizó e hizo propio. Asiste a sus otras actividades, y disfruta con sus grupos de amigos, todos representados acá. Ya no es tan fácil que podamos jugar juegos de mesa, apenas si vemos series juntos un rato, mientras comemos y después de que nos cuenta qué le pasó en el colegio…

Y hablando de luz y claridad, está claro que estamos orgullosos de todo lo que hace, aplaudimos sus logros y sus avances, sus esfuerzos y su crecimiento… pero sobre todo celebramos sus sentimientos, las razones por las que hace las cosas y las intenciones que pone en cada gesto, cada palabra, cada amistad nueva.

Es hermoso ver cómo quince años de esfuerzos por criarla la encaminan para ser una buena persona y, aunque siga teniendo sus caprichos, sus arranques y sus encontronazos con nosotros, el amor de nuestra familia continúa marcándonos el rumbo.


Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la evolución, la crianza y el amor. ¡Brindemos por la vida, por una vida llena de amor para nosotros y nuestros hijos!


domingo, 8 de agosto de 2021

PALABRAS PARA EL BRINDIS EN EL DECIMOCUARTO CUMPLEAÑOS DE MI HIJA

 

Buenas tardes a todos.

Hoy festejamos el cumpleaños número catorce de Helena, y aunque el festejo cambió, insisto en mantener la tradición de decir unas palabras en el momento de la torta.

El festejo ya cambió el año pasado, en que dejamos de hacer la fiesta presencial y tuvimos que organizar un zoompleaños por las restricciones derivadas de la pandemia, y cambió de nuevo esta vez, para tener una reunión más reducida con sus compañeros, dejando para otro día la reunión familiar.

Este cambio también acompaña el cambio de etapa y de colegio de Helena, que terminó la primaria con un año casi completo de clases virtuales e ingresó ahora al secundario, con una presencialidad a los saltos.

Además cambió el colegio; ella no quiso seguir en la escuela donde hizo toda la primaria y donde todos (alumnos, padres, maestros y personal no docente) la conocían y prefirió pasar a otro lugar, más exigente en lo académico y, sobre todo, distinto. Se preparó para el examen y logró entrar al que elegimos, el Pío IX. Un establecimiento de los salesianos, congregación muy dedicada a la educación y a la juventud, donde esperamos que pueda desarrollarse bien, incluso en esta normalidad extraña.

Para ir a su nuevo colegio tuvo que aprender rápidamente (¡en dos semanas!) a moverse sola en colectivo, aunque sea para ese trayecto limitado, pero es que hasta el año pasado casi ni cruzaba la calle sola. La acompañamos los primeros días en el 26, y pronto memorizó el recorrido y las paradas; ahora se maneja bastante bien y se anima a salir más, sola o con compañeros.

Parece que se adaptó bien, al menos, viendo los informes de los profesores. También se pudo conectar con un grupo nuevo, con el que hicieron varias salidas.

Todo esto nos ha dado mucho orgullo por los logros y la independencia que consigue, y también mucho miedo. El miedo, que es lo que más ha marcado las experiencias de la Argentina desde que se declaró la pandemia y empezaron las medidas de aislamiento. Tenemos miedo de que se contagie, de que la asalten o la roben, de que la pise un auto, de que tome frío y se enferme o de que le caiga un meteorito. Los padres siempre tenemos miedo, y no vamos a ser la excepción.

Pero particularmente en esta época, no podemos dejarnos aconsejar por el temor, justamente porque ha sido lo predominante en los últimos tiempos, y porque es lo que menos necesitan los chicos ahora. Ya hay bastante miedo en circulación, y ellos están asomándose a la vida, empezando a tener experiencias por su cuenta, saliendo un poco del círculo de su familia… aunque nos preocupe, nos choque o nos moleste, es algo natural y necesario. Superar el miedo es imprescindible para poder explorar y conocer el mundo, este mundo inmenso que ahora se mostró frágil y se dio vuelta, y pasó a ser nuevo tanto para los adolescentes como para los mayores.

Por supuesto, superar el miedo tampoco quiere decir dejar de lado la precaución ni el pensamiento. Es más necesario que nunca pensar, analizar, evaluar y entender antes de actuar. Son tiempos de desinformación también y hay que tomar con cuidado cada mensaje que nos llega. Como siempre, la inteligencia, la paciencia y la conciencia serán nuestras mejores consejeras.

Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la resiliencia, la adaptación, la exploración, el crecimiento y los descubrimientos de nuestros hijos. ¡Brindemos por la vida, por una vida sin miedo para nosotros y nuestros hijos!

viernes, 31 de julio de 2020

Palabras para el brindis del décimo tercer cumpleaños de mi hija

Buenas noches a todos.

Llegamos a los trece cumpleaños, y este año la tradición continúa pero cambia. Este 2020 que pasa por arriba de todas las tradiciones, virus y miedo mediante, también cambia la nuestra: no estoy reunido con un montón de gente con copas en mano, para brindar por el cumpleaños de Helena. ¿Podemos atribuirlo a la mala suerte que se asocia tradicionalmente al trece?

Estuve leyendo un poco, para ver de dónde sale la asociación supersticiosa. Encontré algunos que pretenden remontarlo al Código de Hamurabi, uno de los códigos legales más antiguos que ha llegado hasta nosotros, escrito 1750 años antes de Cristo. Hay gente que pretende que las leyes numeradas allí se salteaban la 13, atribuyéndolo a un error de copia. Aunque divertida, esta versión parece totalmente apócrifa, no encontré ninguna fuente seria que mencione eso. La tradición más común en nuestra cultura lo asocia con la cantidad de comensales en la Última Cena, con doce apóstoles y su Maestro, que además habría sido crucificado un viernes 13. Probablemente esta también sea apócrifa, pero reflejando la que sospecho es la razón en el fondo de todo esto: como dije el año pasado, el 12 tiene muchos factores y se puede dividir de varias maneras, tener doce de algo es una suerte y tener 13… pasa a ser mala suerte. Varias culturas consideraban que el 12 era un número perfecto, y el trece es el que tiene un elemento más, y estropea esa perfección. Gráficamente, imaginen cortar una pizza en 12 porciones, ¡fácil!. Pero en 13...

Para nuestra colonizada cultura spanglish, el cumpleaños trece significa que nuestra hija ahora es oficialmente una teenager, ya que thirteen, trece en inglés, es el primer número que termina en -teen, que es lo que da origen a esa palabreja, reemplazando al cariñoso e hispánico “edad del pavo”.

Por eso, tuvimos que constatar en esta cuarentena que nuestra hija está impaciente por ingresar a la adolescencia. Ahora puede ver las cosas de Netflix para mayores de 13, y ejercitar su humor y caprichos adolescentes con nosotros como audiencia casi exclusiva.

Por supuesto, no es lo único ni lo más importante. En otros años hablé de cómo pasamos las vacaciones de invierno, este año toca comentar cómo pasamos la cuarentena, en una pequeña familia de tres. Y en este aislamiento, hay que reconocer que Helena se desempeña muy bien, casi siempre con buen humor y ayudando bastante.

Tiene sus tareas del colegio y la preparación del ingreso al próximo; estamos intentando que ingrese al Pío IX el año que viene y eso requiere una preparación que su colegio actual no le daría, ni siquiera si estuviera funcionando con normalidad. Las tareas del colegio están presentes, sobre todo en las materias especiales; dibujo y educación física se unieron en una iniciativa llamada “fisicarte” que requirió la preparación de muchos materiales y videos. Pero también ayuda en la casa, con un conjunto de tareas que ya le son propias, como colgar y descolgar la ropa, o ayudar los sábados en la limpieza de las hornallas y los escritorios. En general se tomó bien el aislamiento, los contactos sociales virtuales y la mayor cuota de independencia y responsabilidad, ya que nosotros estamos trabajando más horas que antes y ella queda “sola” buena parte del día; aunque estemos en el escritorio, frecuentemente uno u otro está en reunión o concentrado en algo y no es fácil interrumpirnos.

No la dejamos ir a hacer las compras, salimos a pasear por el parque cuando podemos. Por suerte el parque de enfrente de casa estuvo siempre abierto y es bastante grande como para circular sin estar demasiado cerca de grupos de gente.

Es casi inevitable pensar en lo que se perdió Helena este año, que es su séptimo grado: disfrutar un año lectivo con una preparación importante para terminar la primaria, el viaje de egresados, contactos distintos con sus compañeros. Continuar con el taller de teatro y el de acrobacia. Teníamos pensado que empezara a moverse en colectivo y subte, para aprender a manejarse en la ciudad. Todo esto cambió, ya no podrá ser como lo habíamos pensado.

Hasta el festejo de cumpleaños cambió, y tuvimos que probar una alternativa distinta, de gente que también supo cambiar en respuesta a las condiciones: el zoompleaños con animación y dirección a distancia. Como las clases en aula virtual, pero para divertirse y pasar un buen rato juntos.

Hay una gran incertidumbre sobre cómo será la vuelta a la normalidad, o a la nueva normalidad, como quieren bautizarla algunos. No sabemos ni siquiera si la burbuja de nuestro trabajo, que hasta ahora viene funcionando bastante bien, seguirá igual. No sabemos cómo continuará la escolaridad.

En medio de toda esta incertidumbre, sólo podemos confiar en lo que descubrimos sobre nosotros, sobre nuestro poder de adaptación, sobre nuestra resistencia. Y cómo todo esto nos hace crecer, incluso a los que estamos grandecitos, pero sobre todo a los que son como Helena, con un mundo por descubrir, aunque ese mundo ahora cambie.

Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la resistencia (en todos sus sentidos), la adaptación, el crecimiento y los descubrimientos de nuestros hijos. ¡Brindemos por la vida, por una vida llena de descubrimientos, para nosotros y nuestros hijos!