domingo, 17 de agosto de 2025

Palabras para el brindis del décimooctavo cumpleaños de mi hija

 Buenas tardes a todos.

Hoy celebramos el cumpleaños número dieciocho de Helena, y parece que este discurso será leído dos ocasiones: una en nuestra casa, el mismo día del cumpleaños, para un pequeño almuerzo con abuelos y padrinos; y otra para el festejo familiar.

Una vez más, empecé la escritura del discurso con pocas ganas. Este amenaza con ser el último ya que, al cumplir 18, Helena pasa a ser mayor de edad. Ya es oficialmente una adulta responsable, algo que nos cuesta muchísimo aceptar e incorporar. Es una batalla perdida, supongo que en mi mente la seguiré viendo siempre como la princesita Sofía, por más que ella grite en mis oídos que es grande. De todos modos, ser adulto no viene de un DNI o de una fecha; es algo que hay que ganarse y demostrar.


Preparándose para la demostración, este año Helena nos trajo varios cambios.

A fines del año pasado, tenía dos y hasta tres pretendientes; a principios de éste se quedó con uno solo y hace unos meses lo presentó oficialmente como novio.

Hizo unas cuantas clases de manejo, incluso fuimos un par de veces a practicar con nuestro auto a la pista de General Roca. Está casi a punto de poder sacar la licencia de conducir, aunque todavía falta un poco.

Empezó su camino de orientación vocacional, para elegir qué estudiar a partir del año que viene. Insiste en que sea algo totalmente distinto de la profesión científica de padres y padrinos, a pesar de su facilidad en esas áreas. Todavía no terminó ese proceso, pero hizo unas cuantas actividades para ello, dentro y fuera del colegio.

Sigue con Teatro, pero dejó la academia de los dos años anteriores para ingresar en una semi-profesional y famosa, Timbre 4. Está muy contenta con el grupo, el lugar y las nuevas actividades y docentes.

Y, por supuesto, la primera mitad del año estuvo signada por la preparación del viaje de egresados con toda su promoción, del que acaba de volver. Por suerte, todo se desarrolló con normalidad y

llegó muy contenta, aunque agotada y con ganas de comer y dormir bien. Fue toda una experiencia para ella, con boliche todas las noches (lo que más la entusiasmó) y excursiones todos los días. Tuvo la convivencia continua con sus compañeras de habitación y contacto diario con los chicos del último año de las tres carreras de su colegio: Comunicación, Técnica, e Informática.

También fue una experiencia nueva para nosotros, tenerla tanto tiempo tan lejos y con poca comunicación. Por suerte, uno de los padres acompañantes se hizo cargo de la tarea de mantener a los que quedaron acá bien informados, con 50 o más fotos y videos por día de fiestas y actividades.


Y así, en medio de tanto cambio, tratamos de acompañarla de manera constante. Siempre orgullosos de sus logros y de la persona en que va madurando. Siempre preocupados de lo que pueda amenazar su felicidad. Siempre listos para ayudarla, incluso en cosas que no estemos de acuerdo. Siempre somos y seremos sus padres, por mucho que crezca.


Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la entrada oficial de nuestra hija en la mayoría de edad. ¡Brindemos por la vida, por una vida llena de amor y experiencias de crecimiento para nosotros y nuestros hijos!

Palabras para el brindis del décimoséptimo cumpleaños de mi hija

 Buenas noches a todos.

Hoy celebramos el cumpleaños número diecisiete de Helena, nuevamente en casa de los abuelos y, esta vez, combinada con la celebración de los 80 años de la abuela Isabel.

De nuevo empecé el discurso con pocas ganas, parece que eso se vuelve parte de la tradición (emoji de sonrisa, de los que la de 17 dice que son de viejo). Como cada año, leí primero los anteriores. Y ya me tomó un buen rato, porque esta vez repasé todos. Después, como cada vez, me senté y dejé que la influencia de mis propios discursos se exprese… o sea, voy a retomar ideas clave de los anteriores, y aprovechar a ver cómo evolucionaron.


Desde el primer cumpleaños marqué la importancia de dar un buen ejemplo para nuestros hijos, y hacerlo en acciones más que en palabras. Aunque está en la edad en que parece ignorar, desconocer y rechazar todo lo que hacen sus padres (o los adultos en general), sigo creyendo en la importancia de esto.

En los siguientes, comenté que cada vez estamos más captados por el trabajo y otras obligaciones, y tenemos cada vez menos tiempo para disfrutar con ella. Esto no ha hecho más que empeorar cada año, sumando las actividades de Helena a las nuestras.

Más adelante, conté como su experiencia de niña (y ahora adolescente) nos trae una mirada nueva sobre todo lo que conocemos y creemos saber. Es otra cosa que se profundizó con la edad y el nuevo nivel discursivo que le aporta el colegio.

Hablando del colegio, otro tópico frecuente fue nuestro orgullo como padres de su desempeño escolar, su responsabilidad y dedicación, además de sus otras actividades. Esto no ha cambiado, ni nuestro orgullo ni su buen desempeño, aunque ahora ella maneja completamente sus estudios y tareas. Queda para el próxima año decidir qué seguirá estudiando.
También estamos muy orgullosos de cómo se desenvuelve socialmente, en familia, con amigos, en distintos grupo y actividades.

En el cumpleaños número diez hice una analogía muy poderosa: ser padres es como participar en un juego maravilloso, aunque nadie nos explica las reglas, no sabemos cuándo nos toca ni cuál es el puntaje… Ahora actualizo la metáfora y creo que es más como un videojuego, con la última ficha y sin vidas extra, sin saber para qué sirven los botones… Supongo que conocen la sensación.

En varias ocasiones mencioné también que, cada vez más, la luz en nuestras vidas viene de Helena. Las cosas que ella hace y mencioné antes, lo que ella es y nos hace orgullosos padres, eso es lo que nos aporta luz. Sobre todo, que vemos que se afianza como una buena persona, con buenos sentimientos, el corazón y la cabeza bien puestos. Y en esto, ustedes tienen también su participación. Compartimos todos, en mayor o menos grado, una parte de la crianza y las influencias que tuvo esta niña y que formaron a la adolescente que es y la mujer que pronto será.


Viendo hacia atrás y hacia adelante, como en cada uno de estos discursos, siento orgullo, alegría y la sensación de maravilla que siempre me acompañó, desde el momento del nacimiento. Todo ha sido una experiencia maravillosa, y no dudo que lo seguirá siendo.


Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la luz, la buena crianza y la maravilla. ¡Brindemos por la vida, por una vida llena de amor y maravillas para nosotros y nuestros hijos!

Palabras para el brindis del décimosexto cumpleaños de mi hija

 

Buenas noches a todos.

Hoy celebramos el cumpleaños número dieciséis de Helena, en un fuerte contraste con el anterior. El de los quince fue en salón, con 150 personas, incluyendo amigos y compañeros de sus dos colegios. Este año volvimos a separar el festejo familiar del que hizo con sus amigas. Creo que es el primer año que lo hacemos en casa de sus abuelos y aunque Alejandra quiso llegar a los cien invitados de nuevo, no lo logró.

Tengo que admitir que hice el discurso a último momento, y empecé con pocas ganas. Yo ya quería dejar la tradición cerrada en el quince, era un buen número y un buen cierre. Pero me llegaron los pedidos de la audiencia fiel que cada año espera estas palabras, y cedí a la tradición. Como cada año, leí primero los anteriores, aunque esta vez me limité a los últimos, de los 10 años hasta ahora. Y a medida que iba leyendo, como siempre me pasa, me fui entusiasmando de nuevo con este espacio de encuentro, donde comparto con ustedes algunas vivencias y algunas emociones.

Este año, como cuando cumplió diez, estuvo marcado por el viaje que hicimos a Europa por las vacaciones de invierno, para festejar el cumpleaños de Helena en un lugar lejano una vez más, pero cerca de otra rama de la familia. El evento empezó en Berlín, en el departamento donde están viviendo mis cuñados Javier y Natalia con sus hijos y donde nos alojamos unos días. Ahí pudimos escuchar a las 6 de la mañana cómo Naty se levantaba para preparar la torta (sí, tengo el sueño liviano) y poner decoraciones para que Helena tuviera un desayuno de cumpleaños espectacular, con pancakes, huevos revueltos que yo preparé, alfajorcitos de maicena, croissants, waffles y fruta… Además del cariño de tíos y primos. Después, ella eligió la actividad del día y fue Legoland, a donde fuimos llevando a Antonella. A la noche completamos el festejo con pastas en un restaurante italiano.

Antes de Berlín, estuvimos en Atenas, también con Javier, Naty y los chicos, aunque comprobamos que nadie tenía el mismo entusiasmo que yo por ver ruinas de miles de años con un sol impresionante y 40 grados de temperatura… Nos acompañaron también a Poros, una isla cercana donde estuvimos disfrutando de la playa. De ahí fuimos a Praga solos, y en tren a Berlín, para terminar en Londres.

Tenía mis preocupaciones respecto del viaje, porque discutir con Alejandra es el hobby al que Helena le dedica más tiempo últimamente. Es casi obligatorio por la edad, pero no deja de ser molesto para los espectadores, y yo tengo casi siempre primera fila. Además, en Grecia y Praga estábamos los tres en el mismo cuarto, y en todos lados tuvimos un solo baño para los tres, que también es un problema con una hija adolescente. Pero contra lo que había anticipado, Helena fue una buena compañera de viaje, con gran actitud, soportando bien el exigente itinerario que yo preparé, colaborando bastante y protestando poco… Una vez más, la vimos desenvolverse bien en el extranjero donde ahora, por la edad, pudo hacer más cosa sola. Se maneja con el inglés y sigue llevándose bien con la gente y las situaciones nuevas.

Aparte del viaje, durante el año le está yendo bien en el colegio, vemos que lo encara con bastante responsabilidad y le dedica tiempo. Dejó atletismo este mes, pero sigue con acrobacia en telas y con el taller de teatro, que se puso más exigente este año.

No tengo mucho más para decir, o mejor dicho, sí tengo pero no es tan importante. Como mencioné en años anteriores, cada vez más los sucesos importantes en nuestras vidas los aporta Helena, al igual que la luz y la alegría. Ahora que mi trabajo y la vida del país se ponen cada vez más oscuros, cada vez me enfoco más en mi familia y sobre todo, en mi hija.

Para cerrar, entonces, este año los invito a brindar por la luz, la buena crianza y el amor familiar. ¡Brindemos por la vida, por una vida llena de amor para nosotros y nuestros hijos!