Lamentablemente en las fotos no se puede apreciar bien, pero se refleja una tradición. Desde hace ya bastante tiempo -y ésa es la razón que nos convoca allí cada año- mi suegro Luis y sus sobrinos festejan el año nuevo golpeando pizzeras. Es la noche del año en que se desentierran unas cuantas bandejas para horno que ya no sirven más que para hacer ruido, que quedan dobladas y abolladas después de buena cantidad de golpes que todos les damos. Por supuesto, eso tiene que ser hecho con alegría y un poco de ritmo. Además de golpear pizzeras en esta adaptación del cacerolazo, también se adapta el carnaval carioca a nuestro fin de año. Salen a relucir unas bolsas de cotillón con distintas máscaras y sombreros, pitos y matracas para completar el festejo. Así, el jardín de la casa de Mataderos se llena de bullicio, baile y alegría mientras un año da paso al otro.
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