domingo, 29 de julio de 2007

Llegó

Ayer 28 de julio nuestras vidas cambiaron con la fuerza de 3.219 kilogramos. A las 16:35 en el Sanatorio de la Trinidad, en Palermo, nació nuestra hijita Helena Sofía.

La historia inmediata comenzó el jueves cuando la operadora del eco doppler quiso hacer una observación ecográfica y encontró que había muy poco líquido amniótico (oligoamnios marcado, para los que trabajamos con sistemas de diagnóstico). El obstetra no se pronunció en ese momento y nos mandó a hacer una nueva ecografía el sábado.

Fuimos, pensando yo que nos diría que la medición había mejorado un poco y que volviéramos el lunes. Pero la medición de líquido amniótico seguía baja, llamamos a la partera y después de comunicarle los resultados al doctor, decidieron provocar el parto esa misma tarde.

Volvimos a casa, preparamos con mucha calma (Alejandra estaba sorprendentemente tranquila) las cosas que faltaba acomodar en los dos bolsos y la mochila, Ale se bañó, comimos algo y “el abuelo” Luis nos llevó a la clínica para el encuentro previsto con la partera a las 15.

Mientras yo hacía los trámites de admisión, revisaron a Alejandra, concluyendo que lo mejor era una cesárea. A partir de ahí, todo fue muy rápido: a los veinte minutos vino el camillero a buscarla, yo fui a ponerme un ambo amarillo y a “presenciar” la operación. Cuando me dejaron entrar ya estaban todos trabajando, me puse detrás de una sábana con Alejandra, que se quejaba de que no sentía nada. Habremos estado menos de diez minutos así, cuando la partera pidió que bajaran la sábana y yo le sostuve la cabeza a Alejandra para que viera cómo sacaban a la bebé.

En un minuto se cruzaron rápidas apuestas sobre el peso, y corrí detrás del nenonatólogo que llevaba a Helenita en brazos para someterla a toda clase de mediciones, limpiezas y fricciones, más un par de inyecciones. Por suerte, ese momento incómodo pero necesario pasó pronto y me permitió comprobar que los pulmones de la bebé estaban en excelente estado. Verla ahí tan indefensa me daba muchas ganas de levantarla y abrazarla, por suerte pude hacerlo rápidamente. Me la dieron para llevarla junto a la madre, y la sostuve muy cerquita de Alejandra mientras terminaban la sutura. Por suerte no me preguntó cuántos deditos tenía, porque con el apuro ni me fijé.

Eso fueron otros diez minutos, luego una espera interminable (habrán sido como quince minutos) mientras se llevaron a Ale y Hele para prepararlas en una camilla y subirlas a la habitación. De donde todavía no han salido.

La noche pasó muy tranquila, después que se fueron las visitas la mamá le dio de comer a Helenita que después durmió casi toda la noche. Yo dormí de a ratos en el sofá, Alejandra no durmió casi nada. Entre los controles de las enfermeras, los cambios de suero y las tres veces que le dio de comer al bebé (para la última, a las 8, hubo que despertarla, porque Helenita seguía durmiendo) no tuvo mucha oportunidad para pegar un ojo.

Ya tuvimos los dos a la bebé en brazos, ya nos estamos acostumbrando los tres a compartir este lazo tan especial.

Hoy seguramente será un día de muchas visitas a la clínica, serán todos recibidos con alegría mientras se queden poco tiempo, no la hagan hablar a Alejandra (los gases le distienden el estómago y provocan mucha incomodidad y dolor en la herida que cicatriza) y se laven las manos antes de tocar a la bebé.

Pasé un rato por casa, para darle de comer a la gatita y avisar masivamente por email, pero ya me vuelvo a la clínica. Por todo el camino, en este día de sol tan brillante, trataba de ver todo con mirada inaugural, como lo verá nuestra hijita cuando la traigamos a casa.

Sabrán disculpar que no incluya fotos, pero la cámara quedó en la clínica, donde seguiremos juntando vistas para futuras entradas.

miércoles, 11 de julio de 2007

Nieve del Nueve (de julio)


Y por supuesto, en este blog tampoco podía faltar. Como muchos argentinos, como casi todos los porteños, no podía privarme de mostrar las fotos que saqué el nueve de julio, en la primera nevada de Buenos Aires desde el histórico día de 1918. Casi 90 años sin nieve, y ahora, calentamiento global, efecto invernadero, agujero de ozono y cambio climático mediante, tuvimos una nevada en Buenos Aires.
Justo en la conmemoración del día de la independencia, haciendo brotar el recuerdo infaltable del Eternauta y su ficticia nevada mortal. Cuando se hace una muestra conmemorando los 50 años de su publicación y los 30 de la muerte de H.G. Oesterheld, una nevada real cubrió Buenos Aires y fue noticia.
Cosas de la urbe, sólo tengo fotos de nieve en el balcón con algunos copos fugitivos que podrían ser manchitas de cualquier cosa. Pero a todos los porteños nos quedó el recuerdo imborrable. Y la pregunta: ¿Serán otra vez 90 años hasta la próxima? Casi seguro que no.

Más Panza


Ahora la panza de Alejandra se muestra en la entrada al noveno mes. Ya estamos en la cuenta regresiva final, yo me apuro a terminar la programación de la tesis porque Alejandra todas las noches dice que mañana nace. Y algún día acertará, seguro.

domingo, 8 de julio de 2007

Primer Cumpleaños de Santiaguito




En el mismo fin de semana en que fuimos al cumpleaños de Luis, festejamos también el primer cumpleaños de Santiaguito. Es el centro de las dos fotos, el hijo de Viviana y Guillermo, dos amigos de Alejandra. Pudimos encontrar algunos amigos que hace mucho no veíamos y ver lo contento que se ponía el nene con las velitas.

martes, 3 de julio de 2007

Cumpleaños de Luis 4 - Soplando velitas


Y llegamos al final de esta noche de alegría, de asado, de brindis y vida familiar. No tenemos fotos del asado en sí, porque estábamos todos muy ocupados comiendo. No faltó ni el aplauso para el asador, ni la riquísima torta acompañada por crústulas de Isabel, mi suegra (sentada junto a su hermano Mario en la primera foto). La alegría desbordante de Luis alcanzó su clímax en el momento tradicional de apagar las velitas, cosa que hizo rodeado de todas las niñas, entre gritos y risas.

Cumpleaños de Luis 3 - Con Alma Bohemia


Otra tanda de fotos mientras esperamos la cena. En este caso, alrededor del Alma Bohemia. Esa pequeña estatua de un viejo que le regalamos a Luis hace tiempo para que se entretuviera pintándolo. El vistió su yeso blanco e inexpresivo y lo transformó en un viejo simpático, algo ebrio y artista, bohemio por más señas y por si cabe duda le colocó entre las manos unos versos tangueros. Este singular compañero eligió para enfocar las fotos junto al tío Mario, a sus amigos Mimí y Saúl y al grupo que completan su yerno Germán y Tito Tubio, otro amigo y visitante frecuente de Bragado.

Cumpleaños de Luis 2 - En familia



Algunas fotos familiares mientras se terminaba de preparar el asado: Luis posando de abuelo con Leila y Agustina, ellas dos con los tíos Carlos y Alejandra y Luis con los benjamines de la familia: su hijo Javier y su sobrino Bilal. Notarán los detalles siempre presentes de color... de color verde y negro. El dice que son los colores de la tierra y del pasto.

lunes, 2 de julio de 2007

Cumpleaños de Luis 1 - En la parrilla


Aquí empieza una tanda de fotos del cumpleaños de mi suegro. Luis es el padre de Alejandra, mi esposa. Es el que figura solo en la primer foto. En la segunda está acompañado del tío Antonito, su hermano mayor.
Esto es en la casa de Bragado, en el corazón de Mataderos, donde Luis suele hacer maravillas en la parilla para convocar reuniones familiares. Aquí lo vemos en plena acción, en lo que él llama "El Rincón criollo", decorado profusamente con algunos de sus íconos: El mosaico con los gauchos, el escudo del club de Nueva Chicago, algunas fotos y el espíritu del tango y del barrio, presentes sobre todo.

Vistas del balcón




Estas son algunas vistas desde el escritorio y el balcón. Aquí se puede ver por qué mirar el parque me relaja... Desde aquí se ve la ciudad, los edificios y el cielo, pero también el pequeño jardín del cantero y el gran jardín del parque. Hasta la enorme mole de la iglesia de La Medalla Milagrosa se ve pequeña del otro lado del parque.