

Y no todo son alegrías en el blog.
Finalmente murió Capagris, la gata que me acompañaba desde hace más de quince años.
Su muerte fue bastante tranquila, empezó a respirar con mucha dificultad hace unos cuatro días, dejó de comer y se debilitó rápidamente, quedándose muy quieta hasta que falleció.
Como antes hicimos con Cajou, la llevamos a enterrar en el jardín del fondo de la casa de mis suegros. Quedó en la esquinita, en el rincón que mi suegro con su afición por los carteles y decoración, rotuló con un "A mis amigos". Para mí, más que amiga, fue casi una hija.
Ahora la tierra la cobija, los árboles le darán sombra y se hará parte del jardín. Ya deja nuestras vidas y se transforma en recuerdo, deja de ser gata y pasa a ser memoria.